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Mostrando entradas de 2012

Un extraño del que todos hablan

No sé qué es el amor, pero acaso tengo una ligera sospecha acerca de lo que no es. Creo que la gente llama amor a la proyección de su propia felicidad, a la carencia de una estima propia reflejada en las virtudes de otra persona, de un alguien que llega a sus vidas para hacerles sentir que su camino vale la pena.  "La separación" Edvard Munch Qué bonito es creer esa dulce mentira en la que las personas se sienten menos solas. Qué bello su encuentro consigo mismas. Con sus ángeles y sus demonios, reflejados ambos en un espejo.  La tristeza viene cuando se convierten en sombra de su reflejo. Entonces no son más que humareda, vapor. Escuálidos, débiles, dependientes. Sus vidas pierden sentido sin sus amores y no desean más que la muerte. Porque sufrir es morir y, en vez de aceptar su dolor como consecuencia natural de su vida, deciden morir, lentamente, profundamente, de amor. Y entonces comienzan a culpar al amor de todas sus carencias, de sus males.  Luego el

La persona menos esperada

Muchas son las personas que transitan a lo largo de nuestra vida. Pasan por en frente, obstruyen el paso, corren en direcciones opuestas, caminan detrás de nosotros o a nuestro lado. Tantos son los rostros con los que nos hemos topado que resulta imposible recordarlos todos. En medio de ese mundo de rostros desconocidos imagino y envidio en demasía la fortuna de aquellos a los que una persona ha llegado a sus vidas para cambiarles la mirada respecto al mundo que habitan. Sin duda he aprendido mucho de la gente de la que me he rodeado, pero no imagino acaso una sola persona que haya marcado mi existencia de forma tal que mi visión del mundo no haya sido la misma antes de que ella se cruzara en mi camino. Qué maravilla ha de ser conocer a alguien que se convierta en tu cómplice en una forma inimaginable, indecible. Alguien distinto a un amigo, a un amor. Alguien con quién con compartir las delicias de lo profundo, de lo sencillo y cuya relación sea tan pura que ninguna diferencia o

Retratos de tragedia humana 2012

Ilvy Nijiokiktjien Aunque nos manifestemos de formas diversas todos los seres compartimos emociones idénticas: dolor, alegría, tristeza, enojo, ira, envidia, resentimiento y un sinfín más de emociones. Compartimos un único mundo, aunque con diversos matices. Basamos nuestra existencia en una transición que deambula entre una misma gama de emociones. No importa qué tan diferentes podamos sentirnos porque compartimos una misma esencia en diferentes matices: “nunca sentimos algo tan distinto que nadie haya sido capaz de sentirlo ya”. Independientemente de las excepciones existentes, solemos reaccionar de cierta forma ante determinados acontecimientos: nos apasionan los sentimientos intensos, nos conmueve la desgracia, la violencia nos provoca, lo erótico nos excita... y aunque esto pudiera ser distinto en algunos, existen fibras al parecer intrínsecas a la calidad humana que tanto presumimos y que tan poco demostramos.  Es triste reflexionar al respecto pero, si reparamos en ell

Fashionistas

Llegamos tarde - muy tarde - y la rueda de prensa estaba por concluir. Aun así no llevábamos prisa, pues no había mucho que escuchar. Los fotógrafos amontonados se peleaban por conseguir la mejor imagen y ahí estaba ella, la reina del desfile al centro de una tarima sencilla que le iluminaba su rostro de angelito… de Victoria Secret. Dijo sus últimas palabras, un caluroso "thank you", una sonrisa y se fue. Todos salieron de prisa para conducirse al piso en donde daría lugar el glamuroso evento. Y ahí iba Candice Swanepoel, con su esbeltísima figura, alta y con un porte y una sensualidad tan intensa que no parecería una mujer de apenas 23 años. Y todos los demás, detrás de ella. Todos desalojaron prontamente la terraza. Mientras, nosotros nos detuvimos en la barra de comida japonesa para deglutir deliciosos platos de sushi, yakimeshi y, por qué no, un té de limón para acompañar.  Y ahí estábamos, sin prisa y como extraviados, como quien llega a un restaurante en busca de

Realidad onírica

"Todo conduce a creer que existe un cierto punto en el espíritu desde donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo cesan de ser percibidos contradictoriamente. En vano se le buscaría a la actividad surrealista otro móvil que la esperanza de determinación de este punto." André Bretón "Vasos comunicantes" Diego Rivera Desde hace tiempo que ya tenía ganas de ir a la exposición “Vasos comunicantes” montada en el MUNAL. Quería ir sola y bien preparada con alguna dosis exagerada de  azúcar  y chocolate para disfrutarla con todos mis sentidos pero, en vez de ello, invité a mi familia a acompañarme, por lo que realmente el recorrido se tornó un tanto... llamémoslo "diferente" de lo que esperaba.  Pese al error de cálculo, la  exposición  brinda un recorrido medianamente atractivo, con un par de cabinas que nos ofrecen cortos de los principales exponentes, como Luis Buñuel.

Memoria de mis mascotas tristes.

Advertencia: esta es una historia absurda que te robará el corazón, o bien, sólo te quitará el tiempo Su nombre era Betina, estaba loca y era de mis mejores amigas cuando yo tenía ocho años. Betina era amante de los animales. Vivía con su padre, sus hámsters, su gato y una enorme pecera llena de renacuajos a los que había rescatado de algún charco perdido. Además de escapar en bicicleta de los chicos que eran mayores que nosotras, y que nos perseguían ociosamente, nos divertíamos tocando timbres, rescatando lagartijas y jugando con sus mascotas. Todo era perfecto hasta que su papá consiguió un empleo en Guadalajara y Betina tuvo que partir.  Así fue como mi amiga se fue, dejándome el recuerdo de nuestras pueriles aventuras y una semilla que había sembrado en mí el amor hacia los animales. Aún recuerdo cuando llevábamos flores a la tumba de su conejo muerto un año atrás.   De esta manera comenzaron mis intentos por obtener una mascota. Mi primera experiencia fue con una perrita

Tras vivir y soñar, lo mejor es despertar

Después de introducirnos hábilmente entre los demás cuerpos igualmente excitados y bien plantados, escuchamos una voz masculina encendida: “los jóvenes están logrando un milagro, porque esta generación estaba condenada a la apatía y al individualismo pendejo” . Sin saber muy bien de dónde provenía, volteamos a ver al portador del micrófono que, para nuestra sorpresa, era Paco Ignacio Taibo II. Mi emoción por verle era, al parecer, contraria a las emociones que sus palabras causaron en el ánimo de los organizadores, quienes no tardaron en pedirle que abandonara la improvisada tarima, dejándole claro que esa marcha era un movimiento estudiantil absolutamente apartidista. Ante el incidente, comenzaron los gritos que clamaban “Yo soy 132”, consigna que no tardó en alcanzar al resto de los manifestantes reunidos en la explanada de la Suavicrema, digo, de la Estela de luz (así suena más “chic” y hace honor a su tan ridículo como escandaloso costo). Muy a su pesar, Taibo II no tuv

Yo también soy #132

Siempre he sentido un especial cariño por los sesentas. La idea del hippismo me ha maravillado por muchas razones. Cuando le contaba a mi madre que nada me habría gustado más que haber vivido en los sesentas ella aseguraba burlonamente que solo lo decía porque era el apogeo de las drogas y la psicodelia.  He de admitir que algo hay de cierto en tal afirmación, pero la realidad es que no hay algo que admire más de los sesentas que la intrincada consciencia social de la que era poseedora y fiel portadora la juventud de aquél tiempo. Hasta hace poco tiempo me decepcionaba profundamente la terrible apatía en la que estaba sumergida nuestra generación, y eso me hacía envidiar más aún el verdadero hipismo de los sesentas, sus drogas y sus eternas consignas de amor y paz. El botón que reactivó mi ilusa esperanza de cambio se desató a raíz de dos movimientos juveniles ocurridos en este mes de Mayo: el “11 M” y el “Yo Soy El #132”.  Ambos movimientos me sorprendieron por

Érase una vez una hojita

Esta es la historia de una hoja que quería ser todo menos hoja... Érase una vez una hojita varada en su maraña de pensamientos. Volaba sin rumbo, mortificada por la ignorancia de su destino, lo que no le permitía ver que, debajo de ella, dejaba atrás a las piedras que quedaban  desoladas sin la más remota posibilidad de volar.  Creció bajo el amparo de un frondoso árbol, justo a lado de una inmensa jacaranda. Siempre vio a las florecillas con singular alegría y un atisbo de envidia por querer ser flor. Un día le despertó un céfiro singular y, así sin más, fue arrancada por la fuerza de la  ventisca   otoñal que llegó de improviso. Alarmada, voló con el viento, sin rumbo, lo que desató en ella una honda desesperanza Se reprochó incesantemente su insignificante existencia, sus ganas inmensas de haber nacido flor y no hoja; y porque, aun habiendo nacido hoja, siempre anheló llegar a ser árbol, fuerte y robusto, dador de refrescantes sombras.  Con la distancia, su fru