Ir al contenido principal

"Just another love story"

Había perdido velocidad y sabía que sería difícil seguir. Reparó en el esfuerzo que hacían sus piernas por continuar el camino, y en que la resistencia que ponían no les sería suficiente para superar el cansancio. Había dejado de correr hace apenas unos instantes, parecía exhausto. Sus pulmones se contraían obstaculizando la entrada libre del aire frío que se estrellaba contra su pecho. El poco aire que quedaba dentro le resultaba insuficiente. Apoyó sus manos sobre sus rodillas en una posición de descanso. Hizo un esfuerzo enorme por tranquilizar su pulso y no pensar más en aquél incidente. Los latidos comenzaron a desacelerarse gradualmente, el aire comenzó a entrar más cómodamente a sus fosas nasales. Exhaló profundamente... tan profundamente que parecía haber dejado la vida en ello. 

No entendía lo que había pasado y no le interesaba entender. Lo único verdaderamente importante es que al fin estaba lejos. En qué momento su vida se convirtió en una pesadilla… En qué momento el amor lo volvió loco, lo convirtió en odio. La amaba, la amaba tanto y tan profundamente que no podía dejar de odiar ese momento. 

 Eran las dos de la mañana. Le avisaron a su jefe que uno de los corresponsales novatos estaba en el lugar de los hechos por casualidad, así que decidió, a última hora, que era mejor dejar que éste cubriera el bomberazo para que se “curtiera”. Pero ya estaba fuera de la cama y había dejado a su esposa en casa sola por cuestiones de trabajo, como tantas noches. Así que decidió que era un buen momento para sorprenderla. Compró tulipanes, como solía hacer cada mes, pero esta vez se sorprendería. Se quedaría en casa y harían el amor toda la noche. De regreso notó la luz prendida. Multitud de ideas recorrieron su mente. Pensó lo peor. Se asustó. Temió que ella corriera algún peligro. Abrió la puerta presurosamente, dio unos cuantos pasos hacia la sala de estar... 

"The embrace" Schiele
 Parecía que hubieran tatuado en su mente la imagen de ella… la imagen de él… besándose, arrancándose la carne, deseándose con tanta furia. Eran como dos animales. Recordó haberlo visto antes. Parecía un buen tipo. Cruzó palabra con él un sinfín de ocasiones. Lucía tan amable tras el aparador. Debió burlarse a sus espaldas. Debió parecer un pelele ante los vecinos. Y ahí estaba él: el pelele llevándole flores a su amada cada mes, sin falta. Y ella... no tenía corazón, no tenía perdón. Cómo pudo ser capaz de engañarle. El recuerdo lo destrozaba. 

Cómo pudo ser capaz. Él, que tanto la adoraba. Él, que habría dado su vida por ella. Él que no hacía más que complacerla. Ahora todo eso parecía increíblemente estúpido. Qué había estado haciendo todo ese tiempo sino amarla a cada momento. Deseó pensar en otra cosa, deseó vomitar su recuerdo, su vida con ella. Deseó, que hubieran ocurrido diferente. Deseó, por primera vez, que nada hubiera sido una farsa de matrimonio perfecto. Se esforzó en recordar los momentos en los que fueron felices. En todos esos momentos lucían muy jóvenes. 

 Hacía tantos años que no eran verdaderamente felices. Hacía tanto tiempo en que él no la deseaba verdaderamente… Y ahora estaba ahí, odiando el engaño, odiando la mentira, odiándola a ella y sin quererla de vuelta, pero no se imaginaba en algún otro lugar. Después de todo, no conocía otra forma de estar.  En todos sus recuerdos aparecía ella, como una sobra, como la compañía eterna. Y pensó que en ese momento no había nada que hacer. No quedaba nada más que regresar a casa. Mañana, tal vez, diría adiós.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yupica Gaiano: tejiendo el ideal de una artvillage

                Imagina un colectivo de arte contemporáneo en el que se reúnen carpinteros, relojeros, ebanistas, torneros, científicos y artesanos textiles, en donde ningún quehacer es menos importante que otro, pues es la suma de los esfuerzos y los conocimientos individuales lo que posibilita la convivencia y la creación de una obra de arte en común. Esta es la forma en la que trabaja el colectivo Chameshiji, un proyecto en donde convergen conocimientos y habilidades de diversas disciplinas y oficios. Instalación de Chameshiji. Foto: Yupica Gaiano                 En sus obras utilizan materia orgánica y herramientas digitales como materia prima, por lo que no te sorprenda encontrarte unas gomitas azucaradas, fideos y  granos de arroz pegados con resina sobre algunas de las piezas. Esta técnica la aplican en Especiero , u...

De cuando el nacionalismo tocó a la Casa Punky

Hace tiempo conocí a un grupo de chavales que emprendía el sueño que pasa por la mente de todo europeo (sí, me consta, conozco a todos los europeos y cada uno de ellos me lo ha confesado). Estaban por comenzar un viaje largo con la intención de recorrer toda América, de norte a sur, y México había sido su punto de encuentro. Un país lleno de folclor y surrealismo que los dejó con sabor a tabaco empaquetado, sonideros y un repertorio de comida poco ligera que los hizo pasar más de una mala noche con el estómago medio flojo.  Quizá les dejó mucho más, pero eso habría que preguntárselos y sería cosa de contar otra historia. La historia que yo quiero contar tiene que ver con una de sus asiduas veladas en lo que ellos llamaban la Casa Punky, un espacio pequeño decorado por toda especie de cuadros, en donde podías apreciar un Kahlo en medio de la Virgen María y un Budha. El departamento tenía una cocina y un baño modestos, y una pequeñísima sala que se separaba de la única habitació...

Corazón de ave

Era domingo por la noche y la ciudad ni siquiera en ese momento estaba  en silencio. El ruido de las llantas se deslizaba sobre el cemento mojado para recordarle que seguía quieta, sin moverse. Completamente inmóvil y pasmada porque, para ese tiempo, su alma ya estaba a cientos de kilómetros lejos de ella y no hacía más que pensar en cómo podía alcanzarle.                 “11 A.M." Edward Hopper.   Le vio zafarse de su cuerpo en la boda de su prima. Toda su familia estaba reunida en el jardín, esbozando su mejor sonrisa para plasmar sus gestos en los pixeles que unos años más tarde les recordarían cómo lucían antes de envejecer. Se recordó de pequeña, cuando anhelaba enamorarse de una sola persona (para siempre), casarse, hacer una fiesta y continuar el ritual adquiriendo una modesta propiedad en una zona más o menos aceptable de la ciudad, un perro y un auto que los llevara a sus respetables oficinas, esos anhelados cub...