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Mostrando entradas de junio, 2011

Cuento de una noche

No puedo dormir. Apenas logro cerrar los ojos y mis pupilas se esfuerzan pérfidamente para ver a través de mis párpados para así encontrarse con la opacidad de mi habitación. A estas horas parece otro sitio. Uno más interesante que el insípido cuarto color mamey y lleno de motivos cursis tan característicos de mí. Lo noche le sienta bien. El halo de luz que se infiltra por la ventana apenas logra rozar la esquina del escritorio para terminar moribundo en el piso recién encerado. Parece un jovencito, puberto y ávido de ver las piernas de las niñas bajo esas faldas de colegialas y que, por pena, apenas se atreve a mirar de reojo.  Es un ladronzuelo que me roba la oscuridad de la noche. Esa noche que usualmente me promete paz, sueños, pesadillas, o cualquier otra especie de mutación onírica similar. Estoy tendida hacia arriba, con los brazos extendidos sobre mi cabeza, extravagantemente extendida, como si alguien fuera a sacrificarme.  He de llevar poco más de un