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Yupica Gaiano: tejiendo el ideal de una artvillage


                Imagina un colectivo de arte contemporáneo en el que se reúnen carpinteros, relojeros, ebanistas, torneros, científicos y artesanos textiles, en donde ningún quehacer es menos importante que otro, pues es la suma de los esfuerzos y los conocimientos individuales lo que posibilita la convivencia y la creación de una obra de arte en común. Esta es la forma en la que trabaja el colectivo Chameshiji, un proyecto en donde convergen conocimientos y habilidades de diversas disciplinas y oficios.

Instalación de Chameshiji. Foto: Yupica Gaiano
                En sus obras utilizan materia orgánica y herramientas digitales como materia prima, por lo que no te sorprenda encontrarte unas gomitas azucaradas, fideos y  granos de arroz pegados con resina sobre algunas de las piezas. Esta técnica la aplican en Especiero, un monitor con lectores de movimiento que activa proyecciones parpadeantes y traslúcidas a través de los círculos de arroz que recubren su superficie, formas difusas que aluden a recuerdos oníricos.

                La aspiración de Yupica, el director del equipo, es que esta forma de hacer arte se convierta en una manera de vivir: “una especie de ecovilla en donde varios artistas trabajen juntos, y en donde esa labor les provea el bienestar y la estabilidad necesarias para que sigan sembrando y cosechando arte”.

                Muchos persiguen el ideal de hacer lo que les apasiona y vivir de ello, pero pocos construyen nuevos caminos para que esto se materialice. El artista japonés, Yupica Gaiano, se imaginó viviendo de ese modo y hoy ha sentado los cimientos de un colectivo de arte urbano en miras de edificar una suerte de artvillage.

Yupica Gaiano. Foto: Mar Mendoza
                Su primer acercamiento con el arte ocurrió cuando tenía 10 años, iniciándose en la actuación y en la pintura. Durante su adolescencia se dedicó a hacer live painting al estilo Pullock en las calles de Tokyo, hasta que un buen día le llegó ese cuestionamiento abrupto que increpa: ¿qué coño quieres hacer con tu vida?

                Convencido de forjarse un camino que le permitiera vivir y disfrutar de igual forma, decidió estudiar cine y comenzó a hacer sus primeros cortometrajes. Pronto abandonó Japón para ir a Francia y ejercer su carrera como cineasta, y es justo en las calles parisinas donde comenzó su amorío con las exposiciones de arte contemporáneo.

                Un par de años más tarde viajó a Nueva York, en donde, ya inmerso en la comunidad artística por su calidad de cineasta, se dio cuenta del largo camino que un artista plástico debía recorrer antes de poder dar a conocer su obra en el tan competitivo y hermético círculo de la élite del arte contemporáneo.

                Al confesarles a sus amigos más cercanos sus deseos de incursionar como artista plástico, éstos le aseguraron que no podía acercarse a las galerías para mostrar su trabajo así como así, sino que debía comenzar a introducirse paulatinamente, asistir a los eventos de la élite y  esperar pacientemente a que fuera reconocido socialmente. Una vez instalado en este estatus, entonces podía acercarse a los galeristas para hablar de su obra hasta que, un buen día, después de mucho socializar y de una larga espera, algún galerista pequeño decidiera darle la oportunidad de mostrar su trabajo.

                Yupica entendió  las reglas y decidió no jugarlas, pues estaba convencido de que, para que un galerista aceptara exhibir su obra, ésta ya debía ser reconocida, lo que iba a ser imposible de lograr si se quedaba formado en esa larga fila de espera…

                Es así como  Yupica decide mudarse a México en 2013 para fundar su propio proyecto bajo sus propias reglas. En la Ciudad de México encontró la infraestructura necesaria, fácil movilización, un nicho en donde podría encontrar un público que se interesara por su trabajo, además de que las rentas eran muchísimo más baratas que en Nueva York.

                Absorto en su filosofía de vida, y convencido de edificar un equipo interdisciplinario de artistas que colaboran para crear obras de autoría conjunta, Gaiano decide aplicar su experiencia profesional como cineasta dentro del nuevo quehacer creativo y trasladar el esquema de trabajo de una producción cinematográfica a su nueva labor artística. Así funda La Cocina de Arte Contemporáneo Chameshiji.

                Tal como en una producción de cine, en Chameshiji cada integrante tiene una labor indispensable sin la cual no es posible llevar a cabo el trabajo final. Existe un modo de organización y una agenda establecidas, y una planificación de las diferentes labores. Su objetivo a largo plazo es que las obras que realicen les provea la estabilidad económica necesaria para poder mantener  al equipo viviendo del arte y para hacer arte.
                                 

Si quieres saber más de Chameshiji date un rol por aquí: http://www.chameshiji.com/

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