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Un placer conocerte...

Eso no está bien. Debes andarte con cuidado. ¿Pero que no te has dado cuenta de que…? Seguramente ni siquiera sabes lo que quieres. No sabes lo que dices. ¿Qué pregunta es esa? ¡Qué cosas dices!

….
Sé que no me entiendes, y que no deseas hacerlo. Sé que el diálogo más extenso entre nosotras es un cuestionario matutino bastante protocolario, tal vez un "Buenos días" Y un "Cómo amaneciste". Aunque no me agrade la idea, así han sido las cosas.

Cada vez que te diriges a mí lo haces para escupir reproches, alertas, reprimendas o consejos pero, al final, lo único que escucho es un ¡tú no sabes, yo sí!

A veces sólo callo, porque intentar decir algo cuando una multitud enardecida grita resulta ser un patético esfuerzo que deviene en una frustración mayor. Sobra decir que eres tú esa multitud que se abalanza contra mí, esa masa amorfa que se dirige hacia donde estoy para inmovilizarme.

Siempre estás ahí para interrumpirme, para decirme: ¡detente, no sabes lo que haces! Pero ¿qué sabes qué es lo que hago? Y peor aún, ¿tú qué sabes qué es lo que quiero?

En realidad nunca te has tomado la molestia de escuchar mis planes de vida, mis sueños más profanos, y menos aún las discrepancias que tengo para con tu forma de concebir al mundo. Pero tu sordera duele más porque sé que no es una dolencia natural, sino más bien una aberración causada por tu necedad y tu egoísmo.

A veces tengo muchas ganas de gritarte, de romper los espejismos que te has creado de mí. De decirte una y otra vez que no soy lo que tú quieres que sea pero que soy exactamente lo que quiero ser.

Quiero que sepas que por más que intentes cuidarme o evitarme malos momentos, voy a cometer mil y un equivocaciones, pero aún así estaré bien, porque viviré mi vida, la única que se me ha obsequiado, ese "ahora", mi presente, el único momento que tengo para experimentar, para sentir y equivocarme a tope.

Tal vez no necesito decirlo porque, en el fondo sabes que no deseo ser esa muñequita delicada que quisiste moldear. Dentro de ti conoces que mis accidentales locuras en realidad son parte de mis acciones asiduas, aquellas que disfruto con singular alegría y que quiero repetir una y otra vez.

Sé que no te agradaba mi cabello rojo, ni mis maneras toscas, o las veces en que no deseaba peinarme. Tampoco consentiste las perforaciones, la compra de jeans rotos y menos aún las llegadas en la madrugada. Sé que te desagradaban muchas cosas que aún te cuesta trabajo aceptar pero, lo sobrellevas porque a esta altura no puedes cambiarme.

No está mal que quieras protegerme ni que quieras enseñarme a llegar por el camino que a ti te enseñaron pero tienes que dejarme ser yo. Siempre crees que estoy mal pero, en realidad no me importa si está bien o mal, simplemente esto es lo que tengo y lo que soy ahora, y aunque sé que mañana puedo mostrarme distinta, lograr y querer cosas distintas, quiero asegurarme de que todos los errores, satisfacciones, llantos, sonrisas, enemigos, amistades y todo cuanto me rodee sea fruto de lo que he hecho y de lo que he sido; de lo que he perdido y de lo que he ganado.

Únicamente por mí, por que así lo quise, pero nunca porque así me lo dijiste. No lo tomes a mal, tú sabes que te amo, es sólo que, si vas a amarme, hazlo por lo que soy y no por lo que deseas que sea.

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