Ir al contenido principal

Fénix

Esta mañana desperté con una seductora canción resonando entre mis sábanas. Se coló por los pequeños espacios vacíos hasta arroparme suavemente en un reconfortante susurro que animaba mis ganas. Vi mis dolores aliviarse mientras reposaban en un columpio que los mecía hacía el pasado, que es donde pertenecen. El resonar de las cadenas me recordó que ese tiempo ha forjado el camino que he recorrido, y que cada paso ha fortalecido estos sueños que hoy cohabitan en mi corazón palpitante.

"Tha dance of love" Leonid Afrémov
Siento cada latido invadiendo mi pecho, cicatrizando los aprendizajes e inyectando de un júbilo esperanzador cada uno de las nuevas utopías que hoy se presentan llenas de colores extravagantes. A lo lejos se vislumbra un horizonte optimista en donde nada es perfecto, pero todo es justo como debe ser y nada más. Lo afortunado y lo desafortunado conviven como naturalezas necesarias, y las discrepancias reinan en un mundo multicolor que reposa en la tolerancia y la aceptación, en donde el principio básico es entender que la vida y las personas son así y no de otro modo.

Todo nace, crece y muere y, en ese lapso, hay que reír, aprender, cuestionar, enamorarnos, equivocarnos, caernos, maldecir, berrear, llorar y creer; volver a enamorarnos, aventurarnos, beber, fumar, coger, amar, odiar, asustarnos y correr, y luego entender que el tiempo se agota y que no hay que vivir corriendo, sino sintiendo, aunque eso implique entregarte al amor y al dolor, al triunfo y a la derrota, pero entregarte siempre. 

La vida seguirá, conmigo o sin mí. La haya disfrutado o la haya visto pasar, ella simplemente llega y se va, sin preguntar si fue suficiente y sin conceder una segunda oportunidad.

Entendí por fin que no hay nadie mejor que yo para hacer que mi historia valga la alegría. Que no hay nadie mejor que yo para trazar mis sueños, esbozar mis planes y hacer de mi tiempo presente el mejor de mi vida. Que en el camino encontraré muchas presencias mágicas con quienes compartir instantes, anécdotas, canciones y besos, pero que soy yo la persona que debe salvarme y hacerme volar.


* Nota. Si algún lector incauto termina con la sospecha de haber leído una nota de autoayuda, le pido sinceramente que disculpe el nauseabundo optimismo que esta entrada refleja, pero hace poco tiempo un buen amigo me hizo notar que sólo escribo cuando estoy triste, así que pensé que era un buen ejercicio compartir esos nauseabundos momentos que tanto me alegran.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tercer día.

Qué hay de esa suave colina que me vio nacer al alba. Dónde quedaron los grandes campos que nunca pude atravesar y dónde las siembras en las que vi nacer mi semilla… Devuélveme un poco de ese dulce rocío, de ese rayito de luz que contrastaba las siluetas hacia el dorado atardecer y se llevaba todas las palabras que había podido aprender. Siempre dejándome indefenso, sin articular,  sin habla y sin ganas. No he vuelto a mirar de esa forma, desde aquella vez que me arrancaste una mirada que fue para siempre. Y así eras tú: para siempre.  En mis líneas y entre mis pestañas, enredada en una promesa infinita. Mi promesa de un renacer que vio mis primeros pasos, a  punto de atreverme a correr. Pero quitaste tus manos para llevarlas hacia otro sitio y no volver la cara atrás. Nunca supe qué pensar, sólo podía atisbar que estaba lejos de toda realidad. No me cansaba de frotarme los ojos, obligándome a despertar, pero  la lluvia vino a desvencijar los recovecos que se aferrab

Infinitas disculpas

Perdón si te amé más de lo que tú me quisiste, perdona mi ingenuidad al creer en tus promesas, mi debilidad ante la certeza de tu desencanto, y mis besos ante tu ausencia. Perdón por haberte regalado mi alma, y no sólo mi cuerpo, como debí hacer, pero soy una mujer entera, soy cuerpo y  soy alma, y soy todo este amor que nunca te creíste. Perdón si me aferré a una verdad  en este mundo de mentiras, excusa a este ser entregado, infinito, rendido ante tus canciones de amor caduco. Perdón si no te creo que seas el mismo, pero no puedo aceptar que me enamoré de éste, sino de aquél,  el que fue y ya no es, porque este nuevo sólo tú sabes quién es.   Infinitas disculpas por estos versos  que ignorarás,  tú ve y sigue siendo este nuevo,  que yo me quedo con aquél viejo sueño,  porque nunca fuiste nada más. 

Un placer conocerte...

Eso no está bien. Debes andarte con cuidado. ¿Pero que no te has dado cuenta de que…? Seguramente ni siquiera sabes lo que quieres. No sabes lo que dices. ¿Qué pregunta es esa? ¡Qué cosas dices! …. Sé que no me entiendes, y que no deseas hacerlo. Sé que el diálogo más extenso entre nosotras es un cuestionario matutino bastante protocolario, tal vez un "Buenos días" Y un "Cómo amaneciste". Aunque no me agrade la idea, así han sido las cosas. Cada vez que te diriges a mí lo haces para escupir reproches, alertas, reprimendas o consejos pero, al final, lo único que escucho es un ¡tú no sabes, yo sí! A veces sólo callo, porque intentar decir algo cuando una multitud enardecida grita resulta ser un patético esfuerzo que deviene en una frustración mayor. Sobra decir que eres tú esa multitud que se abalanza contra mí, esa masa amorfa que se dirige hacia donde estoy para inmovilizarme. Siempre estás ahí para interrumpirme, para decirme: ¡detente, no sab