"Todo conduce a creer que existe un cierto punto en el espíritu desde donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo cesan de ser percibidos contradictoriamente. En vano se le buscaría a la actividad surrealista otro móvil que la esperanza de determinación de este punto." André Bretón
"Vasos comunicantes" Diego Rivera |
Pese al error de cálculo, la exposición brinda un recorrido medianamente atractivo, con un par de cabinas que nos ofrecen cortos de los principales exponentes, como Luis Buñuel.
El nombre de "Vasos comunicantes" proviene de la obra propuesta por Bretón, un trabajo en donde intenta describir y alcanzar un estado de perfecta correspondencia entre lo que nos dicta nuestro yo consciente y aquello que se queda en el plano del subconsciente y que termina por manifestarse en nuestros sueños.
Según Bretón, lo que soñamos es gran parte de
lo que somos, pero esa esencia inconsciente suele ser reprimida porque, en vez de dejarla fluir, la apartamos de nuestra realidad concreta para ir en busca de aquello que
creemos real y válido. Es por esta razón por la que desechamos los trozos de manto
onírico que suceden al sueño. Estos sueños mueren cuando la realidad que hemos
aceptado sobreviene a nuestro estado de pasmo, lo cual nos hace verlos como meros residuos inverosímiles, productos de nuestros deseos más recónditos y las perversiones más alocadas.
Quizá es esa la principal razón por la que disfruto tanto la
pintura surrealista. Por eso y porque vivo en un país que ya poseía las características de dicha corriente artística mucho antes de que dicho término fuera empleado en ello. Y es que, cuánta razón tenía el
padre del surrealismo al decir que “México era un país surrealista por
naturaleza”. Pobre de él que no fue recibido ni en tiempo ni en forma cuando
llegó a nuestro país para dar su cátedra. A cambio
se dio la perdida de su vida, y también se encontró con alguna silla que, con
una pata más corta que las otras tres, confirmaba lo que ya venía sospechando.
Y no solo él, pues el mismo Monsiváis dijo que ““si Kafka hubiera sido
mexicano, sería un escritor costumbrista”.
Pero es justo este carácter onírico el que
hace que nuestro país tenga un encanto folklórico, caprichoso, inexplicable.
Porque ¿qué es más hermoso que aquello que se erige en sí mismo como un enigma tan
complejo que terminamos siendo incapaces de explicarlo con total certeza? La
esencia de la filosofía lo sabe muy bien y es justo en la búsqueda de las
respuestas esenciales donde ésta encuentra y justifica su grandeza.
Por todo esto y más es que el surrealismo me
atrapó desde años atrás cuando vi por vez primera “Mujer saliendo del
psicoanalista” de Remedios Varo. Desde ahí no pude desprenderme de esas
pinceladas firmes, de esos colores opacos, de escenarios irrisorios que enmarcan escenas
tan absurdas como encantadoras.
Quizá es ese absurdo el secreto de su belleza.
Ese mundo de sueños que todos poseemos pero que pocos decidimos fusionar con
nuestra “realidad” material concreta. El surrealismo es es ese arte que se apropia de las formas realistas para despojarlas de sus contextos convencionales. Es justo por ello que en sus múltiples manifestaciones artísticas cabe cualquier impulso expresivo, por más descabellado que éste parezca.
Varo, Dalí,
Miró, Carrington, Ernst y Kahlo son, todos ellos, unos magníficos cuenta cuentos, unos cuenta
sueños que se atrevieron a volar a través de la pintura, del dibujo, del
collage, del fumage.
Recientemente han surgido algunas propuestas frescas e interesantes que fusionan el encanto del surrealismo con las nuevas
realidades que se nos presentan en tiempos de la posmodernidad pero que conservan la esencia de dicha corriente.
"The second sin" Adrian Borda |
Un ejemplo de ello es Adrian Borda, quien se atreve a fusionar la figura de
la mujer con fondos pletóricos de colores saturados y muy brillantes, mezclados entre formas irregulares que inundan el cuadro. Como resultado tenemos cuadros muy vívidos,
cargados de erotismo y de un miedo secreto a la fusión del mundo actual con el
nuevo mundo tecnológico. Aunque algunas de sus obras están influenciadas por la pintura modernista de Klimt, su esencia es la revelación femenina en sus distintos escenarios: la mujer pecadora, la mujer sensual que irradia erotismo, la mujer romántica y también la abnegada.
Otro representante del surrealismo contemporáneo es Esao Andrews, un pintor estadounidense que destaca la figura femenina en escenarios casi mitológicos, con una mezcla de colores atrevidos que muestran sueños difusos, aunque bien delineados, con colores opacos, misteriosos. También nos invita a explorar escenarios sombríos, tan misteriosos que provocan la sensación de que dentro de ellos pudiera pasar cualquier cosa.
Es justamente este camino de exploración introspectiva, libre de ataduras y juicios racionales y estéticos, la máxima constante en el surrealismo. Al final, todo resultará ser casi tan ilógico como la vida misma pero con ese toque de magia que da el liberarse y romper las reglas de lo racional, esa magia de atreverse a lo prohibido, a lo ilógico. Esa magia de hacer lo absurdo.
Carousel. Esao Andrews. |
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