Hoy vi una negrura bailarina estampada en mis pasos futuros. Me pareció gracioso cómo de pronto se dibujaba la fotocopia de un enano que pisaba mis puntas y de manera holgazana se dedicaba a seguir mi camino.
Me parece que es un duende que juega a ser yo. La parte de mí que se esconde en un reflejo provocado por el sol. Ojalá pudiéramos intercambiar el lugar algún día.
Tal vez, si me esfuerzo mucho por comprender su danza, e imito con delicadeza los patrones de sus movimientos (que no son los míos, pues los de él ocurren con gracia), logre ser la sombra y él deje de perseguir la luz para convertirse en la imagen.
Aiko`s hand. Imogen Cunningham |
Comentarios