Ir al contenido principal

Yo también soy #132



Siempre he sentido un especial cariño por los sesentas. La idea del hippismo me ha maravillado por muchas razones. Cuando le contaba a mi madre que nada me habría gustado más que haber vivido en los sesentas ella aseguraba burlonamente que solo lo decía porque era el apogeo de las drogas y la psicodelia.  He de admitir que algo hay de cierto en tal afirmación, pero la realidad es que no hay algo que admire más de los sesentas que la intrincada consciencia social de la que era poseedora y fiel portadora la juventud de aquél tiempo.


Hasta hace poco tiempo me decepcionaba profundamente la terrible apatía en la que estaba sumergida nuestra generación, y eso me hacía envidiar más aún el verdadero hipismo de los sesentas, sus drogas y sus eternas consignas de amor y paz.

El botón que reactivó mi ilusa esperanza de cambio se desató a raíz de dos movimientos juveniles ocurridos en este mes de Mayo: el “11 M” y el “Yo Soy El #132”.  Ambos movimientos me sorprendieron por dos aspectos: el primero, y el más evidente quizá, es que tiraba mi cliché prejuicioso al respecto de los “chicos fresas” de la Ibero y su nula consciencia social. Me parecía sensacional la idea de que aquellos “chavos fresas” a quienes yo imaginaba preocupados por sus inversiones futuras en el shopping confrontaran valentonamente al candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto. Sin duda nos dieron una lección que tiraba prejuicios simplones.

Lo segundo es que, esperanzadoramente, también tiraba abajo mi creencia de que la apatía de mi generación, acerca de las causas sociales, estaba condenada a la permanencia.
Hoy, me emociona profundamente la participación que tenemos los jóvenes en las campañas electorales y el grado tan alto de involucramiento político que se ha dado a través de las diferentes redes sociales, las cuales han sido aprovechadas al máximo para poder informar lo que los medios han decidido callar; y que han servido para convocar a un gran número de personas a favor de diferentes causas.


Sé que no soy una experta en política. Sé que no he participado tanto como me gustaría hacerlo. Pero también sé que estoy poniendo mi granito de arena porque creo profundamente en la posibilidad de un cambio real que, lejos de ser un cambio de color, significa un cambio de dirección, porque, hoy puedo decirlo con toda convicción, nuestro país está cambiando.
El cambio ya empezó, y lo hizo desde el momento en que abrimos los ojos para darnos cuenta de que, si ya hemos aguantados malos gobiernos, no tenemos por qué seguir haciéndolo. El cambió empezó desde que nos dimos cuenta de que cada uno de nosotros es capaz de generar un cambio real empezando por la voluntad de querer hacerlo.

Aun cuando evidencio claramente mi postura partidista, quiero decir que, lejos de tener un color, la marcha del día 20 de mayo en apoyo mundial a AMLO me hizo darme cuenta de que no se necesita más que un objetivo común para unir al pueblo, y ese objetivo es un deseo muy sencillo y noble: la esperanza de tener un mejor país.


No se trata de ser fundamentalistas políticos, ni simpatizantes empedernidos y enajenados con una figura política, ni siquiera se trata, como ya lo dije antes, del color de un partido. Se trata de que, al fin, existe nuevamente un líder social capaz de reunir masas sin ofrecerles a cambio algún tipo de extorsión o recompensa. Se trata de miles de jóvenes conscientes y capaces de discernir acerca de que, la política de cierto personaje político, puede resultar adecuada para satisfacer las necesidades de nuestro país. 


Se trata, más que de partidos y luchas inútiles, de darnos cuenta de que el poder lo tenemos nosotros y no algún partido o político. Se trata de darse cuenta de que todos, sin importar el color o el uniforme de la escuela a la que pertenezcamos, somos mexicanos. Se trata de saber que somos un mismo país con hambre de crecer. 

Hoy, en la marcha del apoyo mundial a AMLO vi a ese país unido, vi a jóvenes y viejos compartiendo un mismo deseo, una misma creencia. HOY VI UN MÉXICO UNIDO DE FORMA GENUINA POR UNA MISMA CONVICCIÓN: RECONSTRUIR UN PAÍS QUE HA SIDO LASTIMADO DURANTE AÑOS.






Comentarios

Entradas populares de este blog

Tercer día.

Qué hay de esa suave colina que me vio nacer al alba. Dónde quedaron los grandes campos que nunca pude atravesar y dónde las siembras en las que vi nacer mi semilla… Devuélveme un poco de ese dulce rocío, de ese rayito de luz que contrastaba las siluetas hacia el dorado atardecer y se llevaba todas las palabras que había podido aprender. Siempre dejándome indefenso, sin articular,  sin habla y sin ganas. No he vuelto a mirar de esa forma, desde aquella vez que me arrancaste una mirada que fue para siempre. Y así eras tú: para siempre.  En mis líneas y entre mis pestañas, enredada en una promesa infinita. Mi promesa de un renacer que vio mis primeros pasos, a  punto de atreverme a correr. Pero quitaste tus manos para llevarlas hacia otro sitio y no volver la cara atrás. Nunca supe qué pensar, sólo podía atisbar que estaba lejos de toda realidad. No me cansaba de frotarme los ojos, obligándome a despertar, pero  la lluvia vino a desvencijar los recovecos que se aferrab

Infinitas disculpas

Perdón si te amé más de lo que tú me quisiste, perdona mi ingenuidad al creer en tus promesas, mi debilidad ante la certeza de tu desencanto, y mis besos ante tu ausencia. Perdón por haberte regalado mi alma, y no sólo mi cuerpo, como debí hacer, pero soy una mujer entera, soy cuerpo y  soy alma, y soy todo este amor que nunca te creíste. Perdón si me aferré a una verdad  en este mundo de mentiras, excusa a este ser entregado, infinito, rendido ante tus canciones de amor caduco. Perdón si no te creo que seas el mismo, pero no puedo aceptar que me enamoré de éste, sino de aquél,  el que fue y ya no es, porque este nuevo sólo tú sabes quién es.   Infinitas disculpas por estos versos  que ignorarás,  tú ve y sigue siendo este nuevo,  que yo me quedo con aquél viejo sueño,  porque nunca fuiste nada más. 

Un placer conocerte...

Eso no está bien. Debes andarte con cuidado. ¿Pero que no te has dado cuenta de que…? Seguramente ni siquiera sabes lo que quieres. No sabes lo que dices. ¿Qué pregunta es esa? ¡Qué cosas dices! …. Sé que no me entiendes, y que no deseas hacerlo. Sé que el diálogo más extenso entre nosotras es un cuestionario matutino bastante protocolario, tal vez un "Buenos días" Y un "Cómo amaneciste". Aunque no me agrade la idea, así han sido las cosas. Cada vez que te diriges a mí lo haces para escupir reproches, alertas, reprimendas o consejos pero, al final, lo único que escucho es un ¡tú no sabes, yo sí! A veces sólo callo, porque intentar decir algo cuando una multitud enardecida grita resulta ser un patético esfuerzo que deviene en una frustración mayor. Sobra decir que eres tú esa multitud que se abalanza contra mí, esa masa amorfa que se dirige hacia donde estoy para inmovilizarme. Siempre estás ahí para interrumpirme, para decirme: ¡detente, no sab