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Ficción de una mente delirante...

Hace apenas dieciséis horas saltaba encima de malvaviscos flotantes situados sobre una inmensa alberca. El escenario era de sumo irrisorio. Un flash. Tras una cortina transitoria que duró milésimas de segundo, estaba a punto de encontrar la salida de un enorme laberinto cuando mi celular escupió un temeroso ruidito que cantaba: “I was a ghost, before you came”. Comienza.

Cinco de la mañana, hora de tomarme un baño de resignación fría para mi primera clase, aún cuando sienta que sólo haya dormido apenas un par de horas. Quince minutos más.

En las calles el baile de fantasmas se ha iniciado una vez más. Multitud de entes escurridizos se debaten para alcanzar alguna caja destartalada con unos remedos de ruedas y un gancho incrustado que funge como volante. Yo corro junto con ellos porque voy un poco retrasada a mi entierro matutino.

Todos se amontonan en las paradas y, al abordar, se convierten en una masa amorfa, espantosa, sigilosa. Unos sentados y otros parados, tan próximos, pero siempre distantes. Me limito a observar y a tararear una canción, tal vez enuncie un “washawasha” y de ahí en adelante imaginaré que escucho el soundtrack de mi película.

Por que he de contar que mi vida será una película, tal vez algún día. Tal vez en este preciso instante soy una especie de títere manipulado por un sujeto del más allá de procedencia divina, o ¿por qué no? por unos sujetos del más acá que siempre pueden ejercer sus poderes terrenales.

Salgo de mi estado de pasmo, indicios de esquizofrenia a falta de un compañero sobre quien derramar mi verborrea, o bien, simples desvaríos que quedan en la RAM por unos efímeros instantes. Eventualidades.

Caminar quince minutos, abordar el transporte escolar, pedir la parada, bajar, caminar otros cinco o siete minutos (según el tiempo de retraso que haya transcurrido para ese entonces), ubicar el edificio y el salón, introducirme e instalarme en un buen asiento. Suena a un buen manual.

Es fácil seguir instrucciones pero de regreso a casa todo parece una odisea. El frío matutino dejó a su paso un calor poco cortés y me dificulta los pasos.
Síntomas: tedio, cansancio, sed, prisa por llegar a un lugar fresco.

De nuevo a abordar una caja, pero esta vez es de carreras. Una estupenda y perfecta caja verde cuyo conductor decide vencer a toda costa al contrincante: el chofer de la ruta 33. Comienza el juego.

Aceleran, frenan, se cierran.
Objetivo 1: dejar atrás a la señora que hace la parada.
Objetivo 2: lograr pasar todas las preventivas.
Nota.- No me quejo, llevo prisa.


Diez cuadras. Faltan diez cuadras y de nuevo es aquél hombre que por décima tercera vez se encuentra pidiendo dinero para su familiar enfermo. 1.- O esa enfermedad es lo suficientemente terrible como para tenerlo aquí desde hace más de medio año o 2.- tiene una relación amorosa con los choferes de San Ángel.

Al fin en casa. La prisa, los cálidos empujones, las fraternales mentadas, el baile fantasmagórico y el calor, atrás. La ciudad atrás, la vida corre. Mientras, yo me detengo.

¿Para qué? Tal vez a tomar un respiro del mundo. Del mundo que está tras de la puerta - aquél que tanto temo, cuestiono, interpreto - me fundo. Prometo que la siguiente vez no pensaré tanto porque estos sitios que me invitan a descifrar/ enunciar/cuestionar/remembrar me enloquecen.

Deliciosa locura.

Después de hacer a) mucho b) poco c) nada, el día dará por terminada la función. Finalmente llega la oscuridad taciturna que me envuelve con sus artificios y me tira en cama. Ahí es donde suelo soñar.  

Me recuesto por un instante, abro los ojos, nada. Los cierro, los abro, los cierro, los abro. Los abro y está él, quien aparece desde un tiempo atrás. No sé cómo llegamos a la ceremonia de los crisantemos cuando apenas ayer él me esperaba al final del laberinto. Ahí, donde  flotábamos. Un momento, es esa la reina de....

¿Las 5 de la mañana otra vez?

En vez de mis quince minutos esta vez pediré no  ser cuerda, no dentro de la cordura que se funde con quietud. No en la calma homogénea en la que seré parte del vals diario, de los mismos colores y de la misma prisa con que se toma eso a lo que llamamos vida.

Comentarios

Rick ha dicho que…
woowww no puede ser
pero puedo ver el mundo o vivir en una realidad
como la que plasmas !

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