Ir al contenido principal

Demencia noctámbula


Hoy que quise saltar y desviar el camino andado me di cuenta de que era mi último día. Veinticuatro horas para-ser-yo. Mañana seré alguien más. Es necesario idear un plan, el más aleatorio y absurdo que se me pueda ocurrir en un estado de consciencia permanentemente alterada. La regla es simple: mi plan es eludir todo plan. 

Me gusta lo que he venido dibujando, el camino, los atajos que he tomado, las piedras con las que he tropezado pero, constantemente saboreo el anhelo de que el nuevo camino que esté próximo a mis pasos sea del todo irreal, con atajos que se conviertan en laberintos, con piedras que resulten ser papas parlantes. 

Prefiero una irrealidad contradictoria, una vida irrisoria, tan terriblemente absurda que me cause una risa infinita que me haga llorar y, al final, desfallecer exhausta de tanta risa, de tanta estupidez.

Quiero este mundo, el mío, no el de nadie más. Quiero estos pasos, la habitual testarudez, el descalabro nocturno, la inmadurez impertinente, el asombro de lo minúsculo, la maravilla de lo natural.

No quiero tener-que, ni deber-que nada, muchos menos quiero hacer lo correcto. Quiero equivocarme, llorar, arrepentirme y volverlo a hacer. Quiero ser de pronto una sirena que flota en aguas de sabores, con un cántico que pervierte y que embruja.

Quiero probar el desenfreno, creer en lo supremo, presenciar pequeñas maravillas, enamorarme una y otra vez, pensar que la vida es esto. Mi vida como un todo, para vivirla instante por instante. Mi vida como nada, para no despegar los pies y mirar a mis semejantes como valiosos y preciados tesoros. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Tercer día.

Qué hay de esa suave colina que me vio nacer al alba. Dónde quedaron los grandes campos que nunca pude atravesar y dónde las siembras en las que vi nacer mi semilla… Devuélveme un poco de ese dulce rocío, de ese rayito de luz que contrastaba las siluetas hacia el dorado atardecer y se llevaba todas las palabras que había podido aprender. Siempre dejándome indefenso, sin articular,  sin habla y sin ganas. No he vuelto a mirar de esa forma, desde aquella vez que me arrancaste una mirada que fue para siempre. Y así eras tú: para siempre.  En mis líneas y entre mis pestañas, enredada en una promesa infinita. Mi promesa de un renacer que vio mis primeros pasos, a  punto de atreverme a correr. Pero quitaste tus manos para llevarlas hacia otro sitio y no volver la cara atrás. Nunca supe qué pensar, sólo podía atisbar que estaba lejos de toda realidad. No me cansaba de frotarme los ojos, obligándome a despertar, pero  la lluvia vino a desvencijar los recovecos que se aferrab

Un placer conocerte...

Eso no está bien. Debes andarte con cuidado. ¿Pero que no te has dado cuenta de que…? Seguramente ni siquiera sabes lo que quieres. No sabes lo que dices. ¿Qué pregunta es esa? ¡Qué cosas dices! …. Sé que no me entiendes, y que no deseas hacerlo. Sé que el diálogo más extenso entre nosotras es un cuestionario matutino bastante protocolario, tal vez un "Buenos días" Y un "Cómo amaneciste". Aunque no me agrade la idea, así han sido las cosas. Cada vez que te diriges a mí lo haces para escupir reproches, alertas, reprimendas o consejos pero, al final, lo único que escucho es un ¡tú no sabes, yo sí! A veces sólo callo, porque intentar decir algo cuando una multitud enardecida grita resulta ser un patético esfuerzo que deviene en una frustración mayor. Sobra decir que eres tú esa multitud que se abalanza contra mí, esa masa amorfa que se dirige hacia donde estoy para inmovilizarme. Siempre estás ahí para interrumpirme, para decirme: ¡detente, no sab

Realidad onírica

"Todo conduce a creer que existe un cierto punto en el espíritu desde donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo cesan de ser percibidos contradictoriamente. En vano se le buscaría a la actividad surrealista otro móvil que la esperanza de determinación de este punto." André Bretón "Vasos comunicantes" Diego Rivera Desde hace tiempo que ya tenía ganas de ir a la exposición “Vasos comunicantes” montada en el MUNAL. Quería ir sola y bien preparada con alguna dosis exagerada de  azúcar  y chocolate para disfrutarla con todos mis sentidos pero, en vez de ello, invité a mi familia a acompañarme, por lo que realmente el recorrido se tornó un tanto... llamémoslo "diferente" de lo que esperaba.  Pese al error de cálculo, la  exposición  brinda un recorrido medianamente atractivo, con un par de cabinas que nos ofrecen cortos de los principales exponentes, como Luis Buñuel.