Anoche emergí de su vientre. Mi mente se hizo dueña del cuerpo que había equivocado. Volví a cantar aquella melodía que me prometía un sol brillante, y delineé una vez más la sonrisa matutina que avivaba mis ganas. Me permití sentirme liviana y flotar a la par del polvo estelar que días antes alumbraba mi tristeza.
Y volví a ser esa parte de mí que se dibujaba radiante, embriagada de ilusiones infantiles y cuentos de hadas.
Hoy mi tiempo reposa en un suave péndulo que mece mis sueños extravagantes, que atiende mis dudas triviales y se regocija con añoranzas pueriles. Esta mañana no encuentro tus obstáculos que me impedían colisionarme de manera torpe, o saltar las líneas del pavimento y evitar pasar debajo de una escalera. No tengo que buscar excusas para convulsionarme en furia y esperarme tan sólo unos instantes para decirle a quien amo que se fugue conmigo. Ya no estás.
Y la posibilidad de probar/ver/…/vivir cualquier cosa que mi corazón impertinente desee experimentar ha vuelto a erigirse
Apenas vi el ocaso, me miré ajena en la brutal franqueza de aquel espejo. Ahí de pie, frente a la careta que no deseo, me atreví a robar el reflejo de mis viejas usanzas, desdibujé los estragos de tu paso y hallé una luz tenue. Tan débil y constante cual bicho de luz. Una luciérnaga diminuta que conseguía extraer la iluminación exacta para guiarme por los viejos senderos que habían quedado sepultados en el diván del olvido, de ese olvido obligado por desengaño que dejó la frustración del sueño más amado.
Y me arranqué las visiones de tu regreso para sembrarme un boceto de la vieja/nueva yo tras la cortina de humo.
Hoy no hay culpa por ello, porque esta rosada ignorancia nutre mi espíritu vagabundo de una manera tan dulce que me ha hecho adicta a la incertidumbre, a los dictámenes de su irracionalidad. Siempre aquí y tan lejana, sin pertenecer a ningún lugar, pero navegando en los mares de todas las tierras. Mis pasos testarudos se atreven a correr torpemente mientras mis ojos celosos vigilan al ser amado. Al fin mis impulsos explotan hasta colmarme de experiencias, elevándome en la magia de la novela perfecta y hundiéndome en la salada consecuencia de mis errores.
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probar/ver/amar/vivir