Ir al contenido principal

Retrato de una sonrisa


Era un pequeño punto entre la bruma, extraviada en la profundidad de un eterno lamento. Habitaba en un grito ahogado, inmersa en un mundo sofocante. Me costaba respirar. 

Corrí con todas mis fuerzas hasta caer exhausta. El dolor persistía, me consumía lentamente. Busqué un pequeño refugio, una sombra que calmara mis lágrimas, una luz que diera cobijo a mi alma. Intenté buscar alivio, una voz que notara mi existencia y se alegrara con ello. Busqué incesantemente. 

Es el día más solitario. Camino por calles hundidas en la oscuridad, personas sin rostros, voces convertidas en ruidos lejanos, fantasmas entre el espesor de la inquietante niebla, soledad en rededor del frío que penetra mis huesos debilitados, y mi cuerpo entero.

Estoy cansada. Me cuesta trabajo seguir caminando. Me detengo para columpiarme, para sentir el frío del viento colisionándose contra mi rostro. Lo recibo con los ojos cerrados para no mirar, para fusionarme con él, para desaparecer esparcida en polvo.

Lo recibo como una suave caricia, un roce frío que hiela mi cuerpo, que eriza mi piel. Desaparece. 

Es la noche más vacía. Sola contra un mundo imaginario, cargando un funesto recuerdo. Por fin decido abrir mis ojos para gritar más fuerte que nunca, para llorar más fuerte que nunca, para borrarlo todo y recomenzar a partir de nada. 

Mi vida malgastada en la patética agonía de la melancolía, valiosos momentos reducidos al pasado, relegados al olvido. Y me basta un minuto para incorporarme, pretender que fue un mal sueño y volver a esbozar una falsa sonrisa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Corazón de ave

Era domingo por la noche y la ciudad ni siquiera en ese momento estaba  en silencio. El ruido de las llantas se deslizaba sobre el cemento mojado para recordarle que seguía quieta, sin moverse. Completamente inmóvil y pasmada porque, para ese tiempo, su alma ya estaba a cientos de kilómetros lejos de ella y no hacía más que pensar en cómo podía alcanzarle.                 “11 A.M." Edward Hopper.   Le vio zafarse de su cuerpo en la boda de su prima. Toda su familia estaba reunida en el jardín, esbozando su mejor sonrisa para plasmar sus gestos en los pixeles que unos años más tarde les recordarían cómo lucían antes de envejecer. Se recordó de pequeña, cuando anhelaba enamorarse de una sola persona (para siempre), casarse, hacer una fiesta y continuar el ritual adquiriendo una modesta propiedad en una zona más o menos aceptable de la ciudad, un perro y un auto que los llevara a sus respetables oficinas, esos anhelados cub...

Yupica Gaiano: tejiendo el ideal de una artvillage

                Imagina un colectivo de arte contemporáneo en el que se reúnen carpinteros, relojeros, ebanistas, torneros, científicos y artesanos textiles, en donde ningún quehacer es menos importante que otro, pues es la suma de los esfuerzos y los conocimientos individuales lo que posibilita la convivencia y la creación de una obra de arte en común. Esta es la forma en la que trabaja el colectivo Chameshiji, un proyecto en donde convergen conocimientos y habilidades de diversas disciplinas y oficios. Instalación de Chameshiji. Foto: Yupica Gaiano                 En sus obras utilizan materia orgánica y herramientas digitales como materia prima, por lo que no te sorprenda encontrarte unas gomitas azucaradas, fideos y  granos de arroz pegados con resina sobre algunas de las piezas. Esta técnica la aplican en Especiero , u...

Mi nueva semilla

Dejé atrás las excusas y la autocompasión para rozar el punto más álgido del arcoiris con mi lengua. Aprendí a navegar usando la dirección del viento a mi favor, para mecerme de un segundo a otro, al compás de una buena rola. Mientras fumo un cigarrillo, veo mis temores pasados perderse en cada exhalación. No es una sensación efímera, sino una verdad que retoña: la vida misma, repleta de magia y amor.  No estoy desconectada. Me entristezco y lleno de rabia al leer las noticias. Me hieren profundamente la injusticia, el maltrato, los prejuicios, la ignorancia, el odio, el egoísmo y nuestra ceguera pero, en los últimos días, las heridas han sanado, poco a poco, gracias al agua del mar. Esos dolores siempre han pesado, pero hoy me siento más liviana, plena e ingenuamente esperanzada. Sin más equipaje que un par de sueños en cada bolsillo, me levanté después de haber caído debilitada por lágrimas de añoranza, nostalgia, frustración y tristeza, y logré flotar en un aire i...