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Carta al Amor...

"La belleza que atrae
rara vez coincide con la belleza que enamora"
José Ortega y Gasset

No sé exactamente quién eres ni cuál es tu objetivo, pero te he sentido muy dentro de mí. Has sido la causa de latidos acelerados, penosos sonrojos, actos impulsivos, encuentros pasionales y actitudes sinsentido.

Me he entregado a la voz suave con que susurras, aquella que clama por impulsos, por entrega en vez de exigencias, besos y no reclamos, reconciliaciones sustitutas de incesantes discusiones, por sueños en vez de sinsabores, por ti y no algo más.
Llegaste y no pude explicar cómo fue, ni en qué momento, pero puedo respirarte a cada instante, llenando mis pulmones con tu dulce aliento.

Día a día estás conmigo en la sonrisa matutina, en el amanecer y en el ocaso, siendo mi soporte en los fracasos y el aplauso en mis logros, el consuelo y la pena, el todo que me inunda y aleja la soledad, quien baña de luz la opacidad de la monotonía.

Cada instante a tu lado es distinto al anterior, y al siguiente. El calor de cada beso se matiza en una gama que va de lo dulce a lo pasional. No existe pena, ni disgusto, ni censura, ni mundo. Existes en mí, intensificando mis sentidos, alterando una realidad insabora. Me haces creer vivir un sueño, y de pronto me dejas caer. Me dueles, y me haces más fuerte, para que al día siguiente aprenda a amar mejor, pero no con menor intensidad. Me exiges ser quien quiero ser y aquello que siempre he sido. Adoras mis destrezas y mis aciertos, pero sermoneas los desatinos y las malas jugadas.

Llegaste y no lo cuestiono. No hago el menor intento por entenderte, y menos aún por definirte. Me basta con rendirme a los embriagantes contrastes con que me haces saberme viva. No importa si le felicidad será a cuentagotas, y si las barreras parecerán eternas, porque, al haberte probado, he sentido que todo ha valido la pena.Únicamente existimos tú y yo, y la armonía de una naturaleza cómplice que fusiona sus encantos a tu mañosa forma de conquista.


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