En el transcurso de este semestre, en la clase de Teorías de la Comunicación (parte 3), hemos abordado temas muy interesantes, entre los cuales se encuentra precisamente el “fundamentalismo religioso”. A propósito de esto, recordé que hace unos meses conocí a un chico llamado Oday, un joven palestino.
Lo conocí porque, a veces, cuando estoy de ociosa, ando husmeando por los hi´s de otras personas, o por páginas de chats y otras tantas en donde se puede platicar con gente de todo el mundo con el fin de fortalecer los idiomas aprendidos (o en proceso de).
El punto es que, por azares del no destino, di con él. Durante un tiempo mantuvimos contacto a través del messenger y, pese a las escasas charlas que tuvimos, me hicieron pensar mucho en la situación por la que atraviesa. Oday no puede salir de su país por razones obvias, además de que ha tenido que ver morir a varios amigos suyos. A pesar de todo esto, Oday tiene la fuerza de soñar con una Palestina libre, porque desde siempre le ha sido inculcado un vehemente amor por su Tierra.
Creo que reflexionar acerca de situaciones como esta resulta vital para valorar la nuestra , pero también para evaluar las condiciones en las que se encuentra sumergido nuestro mundo.
Sé que este tema ha sido tocado en múltiples ocasiones pero ¿con qué clase de consciencia lo hacemos realmente?
Episodios similares se esparcen alrededor de un pequeño globo terráqueo cada vez más fragmentado por “x” cantidad de motivos.
Al respecto, existen trabajos muy buenos a los que realmente vale la pena echar una ojeada. En clase vimos el documental de Promesas, el cual, para mi gusto, resulta ser un espléndido trabajo, ya que va al lugar de los hechos, los ve desde dentro, desde sus protagonistas y no desde la interpretación de textos e investigaciones infructuosas.
Dicho documental es un claro ejemplo de hasta donde se puede llevar un fundamentalismo, por definición radical y extremista, que se inculca por generaciones y que está muy intrincado en esas sociedades, aspecto que dificulta enormemente el más mínimo lazo de comunicación e intercambio de ideas entre árabes y judíos.
Es debido al extremismo que dichas sociedades darían la vida por defender sus creencias religiosas, porque están tan inmersas en el dogma de su religión que no pueden abrirse a aceptar y a contemplar diversas creencias, y menos aún cuando dicho aspecto ha causado la muerte y el despojo de sus familias.
Este tema también lo podemos observar en Persépolis que, aunque no se enfoca en el conflicto palestino-israelí, refleja este tipo de sociedades fundamentalistas, entre otros temas sumamente interesantes como lo son “la hibridación”, “la pérdida y reconstrucción de Identidades “y “la globalización”.
Por ahora estoy leyendo Asalto al paraíso de Aguinis, novela que retrata un poco de esta realidad y que también vale mucho la pena checar, pues traslada al lector a la mentalidad de un fundamentalista islámico, cuya razón de ser se reduce a inmolarse por Alá.
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