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Pasarela de colores, olores y distintos sabores



Los que son jóvenes, y los que no tanto, mujeres, hombres y niños. Desfile de carcajadas, arrumacos, policías en patines, amigos que juguetean, parejas tomadas de la mano y estudiantes prófugos de sus clases. Todos reunidos en un mismo sitio atienden al llamado: “Ven y vive tu aventura en Plaza Universidad”.
Acuden por un helado convencional o por un flotante, por los juegos de apuesta, por la estadía en un café, por los probadores gratis de los diferentes perfumes o por el olor a mantequilla que impera en las salas de cine.

Repleta de publicidad vende-autoestima, la Plaza recibe a los visitantes asiduos, los cobija en un recinto que rinde homenaje al actual estereotipo de belleza además de ofrecerles algunas actividades recreativas. 

En la multitud de tiendas de ropa se anuncia la Nueva Colección Primavera-Verano 2009. Los aparadores exhiben maniquíes de figuras perfectamente esculpidas. Cuerpos estilizados, aunque sin rostro, ostentan grandes bolsos y accesorios en colores rosa, verde y amarillo, vestidos con estampados floreados, lentes de sol y unos coquetísimos y diminutos bikinis.

Las personas pueden encontrar todo aquello que les haga falta: líneas horizontales por si eres muy delgado (a), verticales si eres llenito (a), minifaldas para piernas largas y pantalones entubados para las esbeltas, maquillaje para corregir las imperfecciones, bolsos para toda ocasión, lociones y perfumes para conquistar al hombre ideal, accesorios para la noche perfecta, etc.

Inmersos en el mundo del “si así te ves, así eres”, una pareja de jóvenes se detiene en uno de los aparadores para observar la reciente colección. En la entrada se advierte: “Not for ordinary people”. La chica, un tanto confundida, voltea a ver al joven que la acompaña diciendo: “me gusta porque está pegadito pero ya tengo tres pantalones blancos”. Sin hallar la respuesta correcta, el joven voltea para inspeccionar el pantalón blanco que probablemente pasará a colocarse como el número cuatro en el armario de la chica. Se topa con más publicidad: “El uso de esta moda puede causar adicción; administrar una dosis diaria”.

En medio del gran dilema, una muchacha los aborda para ofrecerles un flyer. Desinteresados, lo aceptan para, unos cuantos pasos después, desecharlo en el apartado de “Inorgánicos”. Tal vez debieron pensarlo dos veces antes de hacer eso porque, cerca de ellos, un flyer de ese mismo tipo ha servido como abanico para un muchacho sentado frente a una tienda de dulces.

¡Qué ironía! La joven sigue repartiendo flyers y probablemente ni a ella le interesa el rave que éstos anuncian. De cualquier manera, sigue caminado y persiguiendo a los que caminan cerca de ahí para poder ofrecerlos.

A lo lejos se escucha Personal Jesus, al estilo Marilyn Manson, que sirve de soundtrack para una tienda que pretende ser para jóvenes originales y pseudo rebeldes. “Free Life” exhibe pulseras con picos, cintos de estoperoles, playeras negras con estampados de bandas de rock y, un nivel más arriba, contrasta una gran variedad de enternecedores peluches y accesorios rosados.

Un joven vestido con jeans entubados y un suéter gris a rayas, se acerca para observar los contrastes y se detiene en una mochila de un solo tirante que lleva inscrito el nombre de “Nirvana”.

Un nuevo sonido ha sustituido a Personal Jesus. Ahora, la música beat atrae a los clientes a la tienda de deportes. En la entrada, un señor vestido de traje y con la corbata aflojada se instala en un cartel publicitario, parece que disfruta de la escenografía y ambientación mientras en la parte de arriba se anuncia: Date un respiro ¡Te urge! y ¡vaya que sí urge! porque, en medio de tanta confusión, entre las compras y la ingesta excesiva de palomitas, hot dogs, nachos y refrescos, ¡es necesario pensar en ponerse en forma!

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